lunes, 4 de junio de 2007

sauces que lloran



1.
como el último silbido de algún pájaro
en el rincón oscuro de las flores
como la celebración de los días postreros
sobre la taza fría del ayuno

estoy contando porque sí
que sucede después de los silencios

y no es sombras (no)
solo llanura

un yermo tan extenso que despieza
hasta la risa de los juegos y los niños


2.
y el sauce provoca
en el hondo valle
un rumor de viento que saluda

y caminar sin rostro y sin manos
sin razón para andar o detenerse

y la caída
el salto mortal de un recuerdo hacia otro cambio
hacia una nueva nostalgia no querida

desbrozo los rumbos de la huella
extraigo hasta las raíces de los lados más amargos
solo para que todo brille al inclinarme

suave como una pluma fría

suave como una pluma
o como el frío


3.
tenía entre las manos el absurdo
porque soy un poco absurdo de vez en cuando
no ignoro que aunque luche o me detenga
el final será siempre el mismo
indistinto
pero sigo
sigo y sigo
tratando de no cejar en el anhelo
porque muerto el anhelo
nada queda

no ser un caparazón sin alma
no ser el ruido del mar contra la oreja
no ser simplemente un despropósito

quizás los niños aún sonrían
si logro imitar a algún payaso
o pintarme una sonrisa de hojalata
que brille como una calabaza de noviembre


4.
nada queda de las aves mitológicas
nada queda de los dioses antiquísimos
solo rezos
viejos rezos
plegarias que de antiguas se quiebran en la arena
sumando más y más pedacitos de ignorancia

la huella y el agua que la borra
una imagen tan antigua y evidente
todo pasa
todo sucede hacia el olvido
y lo que queda
es la idea del ha sido y no el suceso
porque
¿de qué otro modo podemos renunciarnos
antes de habitar en los ciclos evocables?

vos te supondrás fácil olvido
te supondrás huella
acaso arena
jamás el agua que lame y permanece
pero el sueño seguirá aunque perdido
pero el anhelo vendrá y me hará indistinto
un anhelo más entre el desfile de quimeras
entre las espaldas dobladas y el cansancio...

yo me supondré recuerdo fácil
un silbido final
un ave yaciente
ya sin cielo
sin azules ni ramas que le esperen
porque solo puedo
ahora
confiar en la monotonía del lamento
que de todos los terrenos
es el más llano


5.
un hartazgo de luz
el día se despedaza en las paredes
se derrama hacia la calle
se hace frío
el viento asoma apenas sobre el techo
mira hacia abajo
precavido
casi con miedo
antes de inflar mis camisas
mi cabello
antes de secar mis ojos y darme
por un segundo
la expresión feliz de sus cosquillas

escribo desde el vientre
desde las entrañas retorcidas
escribo de la forma en que he aprendido
casi sin pensar
casi sin detener mis dedos
sin retrocederme
sin preguntarme el bien o mal de cada cosa
y todo es un absoluto de silencio
porque nada resuena en este aire
tan escaso y paralítico
este aire que aunque moviéndose aunque tan viento
apenas si ocurre respirable
de tantos y tantos segundos que le habitan

el deshielo del sur
el agua roba el filo de la tierra
suaviza la estructura al elevarse
como bruma desde la primavera hacia el invierno
es la fina hilandera y el cuchillo
el desconocer los refugios más amables
la burbuja de luz en lo lejano
el huracán ardiendo cordilleras
y las llagas en las manos
y los pies ineficientes
y los sauces llorando por milenios

cruzo el río
en la barca las monedas se detienen
en el siglo que comienza las monedas
se derriten como luces de mercurio

me gustaría que aún me brilles
pero dueles demasiado

y el silencio jamás ha sido una respuesta...

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