domingo, 30 de marzo de 2008

en el tablero


1.
fácilmente
podíamos haber

establecido

las distintas dignidades elegíacas
los distintos colores a usar
teniendo como condición
única condición
no saberse participante
durante toda la duración de este quejido

2.
se movería a la par de la quietud extrema
se movería
entonces
en la parálisis más absoluta concebible
todas las imágenes trastocarían instantáneas
cada una con su propia carga de silencio
luego
nos serviríamos ese café
esa palabra
algún que otro buen momento
pero solo hasta sentirnos preparados
para
reírnos
de nosotros
siguiendo el color determinante

3.
(infinitésimos)
tu mano infinita acercándose infinita
traspasando los pliegues del espacio

–cada distancia requiere un tiempo–
diría aquiles aplastando a la tortuga

solo tu mano es súbita
solo tu mano alcanza a permutar el tiempo
en cajas de cerillas sin ninguna

(sos el fuego)

4.
la distorsión en los visillos es
interesante
sin moverme observo la calle
en un racimo de actitudes invertidas

–el próximo movimiento es un color distinto
¿ya lo sabes?
tal vez
una lágrima
o un poco más de oscuridad o quizá sueños

te respondo
atrayéndome hacia el infinito de tu mano
diciendo – ¿también sucedes?

dices que sí mientras sonríes

5.
cada momento se enlaza hacia el propósito
alrededor del último color que no ignoramos

el fuego comienza a arder sobre las ramas

un solo ambiguo oscuro gotea desde el aire
formando agridulces cristales en el suelo
gotas de alguna lluvia paralítica
– ¿Es el hambre? –tu pregunta me sorprende
quizás por no tener una respuesta
atrapado como estoy
en los infinitos mágicos del cuerpo
tu cuerpo
infinitamente prolongado
sobre los distintos colores que utilizo

–Podría pintar –digo al fin– una cadena
interminable
sin extremos a la vista
pero prefiero el aire
tu aire
como la fórmula que alcanza a contenernos
–Es la tierra– me confirmas– ocurriendo por nosotros
en nosotros
sin necesidad de que salgamos a esperarla

luego el viento
despacioso
como un amable invitado nos refresca
y no puedo más que imaginarte
sobre las puntas de mis dedos como un ciego
aprendiéndote
al tocarte
aprendiendo cada respuesta y cada risa
y me inclino sobre vos para mirarte
sin importarme alcanzar el movimiento
– ¿he perdido? –te pregunto
– ¿acaso importa? –me respondes

todo es colores que se suman
tu infinita mano las imágenes de la calle
el tacto de tu boca en mis dedos
el delicado ábside de tu aroma

todo es colores que se suman
en ese solo color que es tu perfume

1 comentario:

carmen dijo...

¿Vives la vida a través de un caleidoscopio? Los colores cambian cada palabra, cada momento expresado.
Me han gustado los dos últimos versos pues en ellos se puede palpar el aroma de tu "ella".
Un saludo sincero poeta :)