domingo, 8 de noviembre de 2009

y me gusta


1.
Hoy me dijiste que pensabas en un sueño. Que un sueño
era, es, había sido. Mencionaste también a mi sonrisa,
sin embargo no mencionaste mi melancolía recurrente,
solo tu miedo.

Ahora te diré algo que ignoras: Mi miedo es el mismo.

2.
Un café azul perdido en la ciudad cubicada de cemento.
Un bar distinto a los bares de camino que solíamos frecuentar
en nuestros sueños.

(Estos poemas son breves historias)

¿No te has soñado acaso a lomos de la distancia,
como una bruja hermosa y desenfadada, conjurando
mi corazón,
rogando que aparezca?

Yo sí te he soñado de esa forma.
Estos poemas van de sueños.
De sueños que se cumplen.

3.
Suena un contrabajo en el momento que entras.
Las azules luces juegan con tu rostro y tu pelo
y yo vuelvo a enamorarme. El amor es un hijo
caprichoso, nos hace felices pero a veces duele.

Suena una canción tan sensual como tu escote,
mis dedos rozan el vaso como acariciándote.
¿Me animaré a hablarte? ¿Evitaré que no me conozcas?
No puedo escribir poemas en el aire, pero sí
recitarlos en tu oído. Acércate lo suficiente
como para oírme.

Te acercas. Entonces me escuchas, te das vuelta
y me sonríes. Yo solo digo que los poetas locos
recitan solos.

Estos poemas van de sueños.
De sueños cumplidos.

He desgarrado tantas camas en tu ausencia.

4.
Te contaré una imagen recurrente.
Una calle larga de adoquín humedecido,
las tres o cuatro de la mañana de un día
de húmedo invierno, vos tomada a mi cintura,
yo encendiendo un cigarrillo, vos que lo separas
de mis labios y me besas con esa fuerza que poseen
los deseos reprimidos.

Esa imagen me apasiona.

Pero no sé si hay adoquines en Salamanca,
pero no te preocupes,
sabré inventarlos.

5.
Los sonidos suelen recibir una respuesta de mis dedos,
de mi cuerpo. Mi cuerpo siente que lo tocas cuando hablas,
cuando callas. Mi cuerpo desvanece en tu silencio, adquiere
forma en tu boca y tiene nombre si y sólo si lo pronuncias.
Cuando pronuncias mi nombre me pronuncias y el sonido,
en tus labios, es una dulcísima caricia y la vez una tormenta
de fuego embravecido.

Si soy un hombre es que me nombras.

Si soy un sueño es porque alguna vez me has soñado.

Y este poema va de sueños, de sueños que se cumplen.

Jamás temas. No suelo suceder demasiado en pesadillas,
mis eventos, por lo general, son benignos.

No seré un dios, pero me las arreglo, no soy bueno
pero lo intento. Esas cosas no son a suma fija,
pero son siempre y cuando te des cuenta de tu fuerza.

No dije te amo, te amé primero.
Luego me metí en tu cabeza, revoloteé por tus sinapsis
con mis palabras, acaricié tus recuerdos,
te obligué a pensar en mí sin que te dieras cuenta,
pero la fuerza que provocó todo eso fuiste vos y no otra.

Decir te amo, te deseo es, entonces, reconocerte,
reconocer la fuerza del conjuro.

Me has conjurado, te digo, aquí estoy, desnudo,
expuesto, indefenso como nunca, mi piel depende de la tuya,
mis dedos dependen de tu mano. Mi pan es tu boca.

Víveme.

Este poema va de sueños.
De sueños que se cumplen.

Y me gusta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Toda una oda a los sueños, a la vida y al amor mezclado con el deseo de ser en otro...
A mi también me ha gustado.
Un saludo poeta