domingo, 3 de febrero de 2008

diez botones y un suéter azul



Diez botones

Tuve que pedirte
que dejaras escapar a mis ojos,
ellos habían resbalado en la v
que indicaba el descanso de tu seno
y jugaban a adivinarte
debajo de esa niebla azul
que te pintaba tan mujer a mi ansia.
Y vos decías estar cubierta por un suéter
cuando en realidad con él te desnudabas.
Y mis dedos buscaron
el instante inicial de descubrirte,
extremé mi deseo y lento,
casi sin moverme
rompí de la v el vértice
dejándome persuadir por tu cuerpo.


Nueve botones

Me declaro culpable de soñarte
desnuda y volando sobre mi sexo
en un espiral que me quema
de eternos ausentes.
Me declaro culpable
de enarbolar tus labios en mi boca
en la angustia de un beso imaginario
y de sentir tus piernas
acariciar mi cintura.
Me declaro culpable
de dibujar una V mayúscula
para ahondar tu seno con mis ojos.
Solo me disculpa el que te quiero
y el que me quiero naufragando
en vos,
en tu contorno.


Ocho botones

Mis dedos suceden
la curva de tus senos
en un tacto desprovisto de vergüenza.
Arranqué la luz de las lámparas
para iniciar mi amor
con la ventana encendida
y la calle se dibuja en el cuarto.
El sillón es un grito mullido
en el que reposas con una sonrisa
que empieza a brillar
agitada.
Y tu respiración acude
a embellecer tu pecho.


Siete botones

Derramo mi boca en tu piel
que resplandece de sabor
en mi garganta,
me sacude un cálido estremecimiento
y siento en mi sexo cierto reclamo urgente
llamado deseo,
una dulce voz que de vos me habla.
Mi brazo rodea tu espacio
para eliminar de nosotros la distancia
y es mi palabra en tu cuello,
siendo tacto,
quien te pronuncia.


Seis botones

Sentís mis manos
enumerando tus costillas
en un susurro de caricias,
tu piel te enuncia en el contacto
y un suspiro quedo
en el escote que ya grita,
invita a mis labios
a murmurar un beso.


Cinco botones

Y me quemo de avidez
por cada uno de tus senos
que deciden convivir
en la locura de mi lengua.
Trazo círculos interminables
habitándome con tu aroma
mientras mis oídos gimen
ante el aullido de la sangre
que toma nuestros cuerpos por asalto.
Ya presiento la sorpresa de tu ombligo,
esa O perfecta, que alimenta.


Cuatro botones

Te respiro,
una y otra vez en la piel
que aparece húmeda de silencio,
murmullos de vos
que a vos me guían
por el sinuoso derrotero
de la caricia.


Tres botones

Eventualmente tus hombros se liberan
y cae la lana
hacia el hospitalario ámbito de tu cintura.
Modelo tu cuerpo con mis ojos.
Ardo en el fuego de mi sexo manifiesto
buscando calmar mi sed
en tus otros labios.


Dos botones

Despojado de sombras
me dejo recorrer por tus ojos
que en sinuosos pasos
descubren las señales de mi ansia.
Tu boca cubre
cada uno de mis miedos
con un procaz amor que me atormenta
elevando a mi garganta
mil gemidos,
y no sufro, solo dejo
que tu boca le hable a mi cuerpo
con el don de su lengua.


Suéter azul

Enmudece la lana por vos abandonada,
la cama es un trazo blanco
que dibuja nuestras sombras
mientras me absorbés
en la ternura insospechada de tu sexo.
Soy ahora el hombre
que curioso de vos te investiga hasta la aurora,
recorriendo cada rincón, cada resquicio,
para reconocerte de sabores y perfumes.
Y mis mejillas resbalan por tu torso
ascendiendo hasta el abrigo intenso
de tu rostro.
Encendiste mi penumbra
dándome un trazo de tu imagen,
y ahora te dibujo
derramándome
sobre vos en el vocablo
blanco y tibio
de mi esperma.

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