miércoles, 23 de mayo de 2007

Otra forma de venganza

Imagen: Chema Madoz





Debería documentar que estoy cansado pero, dado que soy un poco apegado a la verdad, eso no es cierto. Por ello, simplemente, estoy pasando de todo, de los golpes urgentes en la puerta, de la tristeza melancólica propia del invierno y de esa mujer que me lleva el alma sin devolverla. No es que esté cansado, solo ido.

Enciendo un cigarro (porque en este lugar está permitido fumar libremente), mirando a través de la ventana como la noche declina en la próxima aurora. No hay nada más que negro en ella, ni estrellas, ni nubes, ni sonido alguno haciendo vibrar el cristal semi empañado. Solo una oscura y densa penumbra que cuelga mansa de las ramas de los árboles como un fruto de sombra que nadie busca. Sin embargo para aquel que sabe, suele ser dulce y espeso...

Me pregunto si a alguien le interesará la noche profunda y lo que hay en ella, o si hay gente a la cual le sigan gustando los pájaros, o si quedan lectores de historias y poemas. Supongo que sí, pero ¿Alguien sabe dónde? Es un tibio anhelo despertado de súbito esta pregunta. Quisiera saber si aún hay alguien como yo allí fuera, donde el oscuro se entremezcla con las primeras luces que sé que están, aunque ni siquiera se adivinan.

Provocaría la luz si supiera la palabra pero, al no saberla, no me queda otra opción que jugar entre las sombras donde, innecesariamente, una mujer pintada de memoria juega a prostituirse por un sueño.

Hay quien lo hace por menos de eso. Hay quien lo hace simplemente por nada. De allí los pájaros y de allí, también, el poema.

Y la ciudad es simplemente un juego de espejos donde cada par de ojos muestra lo que desea ver el que mira.

Recuerda eso. Es otra forma de venganza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la noche profunda y lo que se oculta detrás de ella; me gustan algunos pájaros, aunque prefiero los gatos; y soy una insaciable lectora de historias y poemas. Mi hora preferida del día: el crepúsculo, ese instante brevísimo, único, en el que lo que resta de la luz del sol ingresa serenamente, en la oscuridad.

carmen dijo...

El veneno afloró aqui por tu aguijón más dañino, tu pluma....¿Y resultó positivo, el dolor consiguió disiparse?
Tu prosa nada envidia a tu lírica, atrayente hasta el dolor...sigo leyendo :)
Excelente, Sergio

Anónimo dijo...

Me enamoraste