jueves, 2 de agosto de 2007

la crédula experiencia



1.
el viento o su ausencia
(disfrutaría más del whisky
si no me diera estos puñetazos en el estómago)
siempre es algo
siempre
como si toda otra voz discutiese
como si no existiesen respuestas
apenas si desafíos
(me estoy volviendo un poco extraño
de tan pálido
he comenzado a discutir con los fantasmas)


2.
dejaré mis dedos en el cordón de tu falda
después de las medidas
por supuesto
que acostumbran a redimirnos de absolutos
y no te preocupés de mi tristeza
es una leve escasez de electrolitos
provocada en una de esas por el humo
o por la falta de inventiva
o por el miedo
pero no por estar más cerca de la muerte


3.
abrir la puerta/entrar/hay quien baila
te desprendés de la esquina de la soda
y venís hacia mí como si siempre
como si toda tu vida fuera acercarte
(tardás más de mil años
aunque toda cadencia
aunque parecés tanta sabia ternura
aunque tus ojos
calibran
despiezan el todo para luego reunirlo nuevamente
exceptuando sí
algún detalle)
me he sentado
te equiparás a mi gesto y con el vaso
descuidadamente
brindás por los vivos que desvanecen
casi tan igual a los recuerdos
y de tu escote surge una pequeña luz fría
no sé si por naturaleza
o por tortura
(yo me dejo estar y te abandono
pero luego te regreso y te acaricio
y te digo no sin tu sorpresa
que me gustaría no verte nuevamente
en el catálogo de sonrisas pero sí en la plaza
cuando para casi todos sea mediodía)
dejás el vaso y retrocedés apenas
como proponiéndome un baile que no acepto
aunque en tu mano he dejado una plegaria
escrita en un billete de cincuenta
(no necesito que me escuchés
pero quiero oírte
quizás porque me finja diferente
o quizás porque no quiero que me olvides)


4.
levás la simple acción de sonreírme
ahora es verdadera
dejás que mis dedos sean tuyos
y por primera vez en mucho tiempo tenés algo
y el día te sorprende
no sabés si te acostumbrarás a verlo de la mano
aunque también tenés terror de acostumbrarte
ya que sabés que siempre hay razones para irse
aún cuando el tráfico cierre las salidas
aún cuando el irse en sí fuese prohibido
hay una especie de vacío al cual se marchan
cada una de las historias que quisiste
y yo podría ser
¿por qué no?
una de ellas


5.
te levantás en la luz y sonriente
(es la segunda vez que empiezo con sonrisas
creo
en esta historia)
y me sorprendo de tu cara de niña en la mañana
de tu ingenuo escote
de tus senos apenas disimulados por la tela
y trato de saber cual es tu nombre
(no me lo has dicho
porque en vos el temor aún persiste
porque aún mirás la ventana y tenés miedo
aunque sabés que no tengo alas
sabés también que es una salida)
tomo tu cintura
mi boca se desliza por tu vientre
y desde abajo e ingenuamente
intento ver como te entregas
(alguna vez quizás abandone esa costumbre
pero vista hacia lo alto sos fantástica)
y mientras lees el poema de cincuenta
me preguntás si no quiero cigarrillos
porque seguramente esta historia continúa
en algún lugar que aún no conocemos

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