sábado, 18 de agosto de 2007

un intermedio con la luz muy tenue

Imagen: Namiros




1.
vemos un papel para nada amarillo
un cenicero (a la derecha)
un vaso mediado (junto al cenicero más al borde)
también una mano (quieta)
y el delicado brillo de las cosas


2.
jamás pude darle luz a aquellos monstruos
nacieron tan sombríos
tan aletargados de penumbra
que el estallido de un solo fósforo
al encenderse
tenía la propiedad de estar muy solo
sin embargo logré
no como cualquiera pero sí como nosotros
colocar mi cuerpo entre otros cuerpos
interferir el camino de las bocas
apenas distinguido por su sexo
(recordarán como recuerdo
porque han sentido)
y si ambas cabelleras
solían enredarse entre mis dedos
y si no sabía cuales piernas
ni a quien sostenía mi cintura
si supe el sabor variable de los labios
y por eso no equivocaba ningún nombre


3.
(vemos dos espaldas sosteniéndose
dos espaldas casi ángeles
manos de mujer entrelazadas
la ternura femenina haciendo ecos
sobre el torso de alguien que es un hombre)


4.
son cuestiones
(quizás puedan alguna vez comprenderme)
aprendizajes
formas de saber rompiendo todo
aunque jamás pensé que también serían pedazos
que la turba podía hacer buen fuego
creía que eran importantes los destinos
que la forma de jugar era completa
y que mi hábito de resumirme en otras almas
apenas si movería las ecuaciones desde el cero
(fue mi error
lo tengo tango tan claro como el día
en el cual asesiné los viejos monstruos)


5.
luego solo una mano
dos cigarrillos
y sigo viendo cosas sobre la mesa de madera
sigo viendo pequeñas lágrimas de sangre
fileteadas sobre un papel que jamás será amarillo
esa mano
quieta y tan blanca como jamás tendría que serlo
apretando entre los dedos un idioma
una forma de decir tan distinta a mis palabras
y también veo esa ventana
donde una silueta parecía seguir esperándonos
aún después del final de la ternura
y ese ruido de todos los trenes y el cansancio
con el cual la belleza escapaba por las vías

hoy
demorado en una canción y la nostalgia
sé que tu amor era más amor que el mío
pero animarnos ni siquiera fue respuesta
ni alcanzó a ser suficiente para nadie

me gustaba aquella imagen
tan herida de piedad como el amor asesinándose

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